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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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25-11-2014

 

Victoria de Vázquez y crisis de la derecha y de la izquierda

 

SURda

Opinión

 

Julio A. Louis

 

I

A días del balotaje que confirmará la victoria de la fórmula Vázquez-Sendic es útil valorar la situación y los avances del pueblo, comprender en qué etapa de maduración de su conciencia está, y las crisis ideológicas y políticas presentes y futuras cercanas.

 

A fines del siglo XIX y principios del XX, Eduardo Berstein enfrenta la teoría elaborada por Marx y Engels, en un período de auge del capitalismo, durante el cual las mejoras que experimenta el proletariado europeo son posibles por la explotación despiadada a los pueblos coloniales y dependientes. La mejoría de los salarios y de las condiciones de vida y de trabajo del proletariado no afectan las ganancias de la burguesía. El reformismo, que entraña el revisionismo de Berstein, calma las aguas turbulentas capaces de conducir a la revolución.

 

Uruguay es–como otros países de la región- dependiente, y no explota a nadie, y por ende, su realidad presente no es comparable a las metrópolis imperialistas. No obstante, en un aspecto guarda similitud: goza de un período económico excepcional debido a los altos precios pagados por las materias primas, y debido a que la región se ha vuelto menos dependiente del imperialismo merced a los gobiernos progresistas, expresiones de las luchas populares. Menos dependientes sí, pero aún vulnerables en extremo. Por ende la opción es que el bloque popular profundiza la lucha debilitando al sistema o la reacción, conocedora que el auge económico no será permanente, terminará restaurando el pasado neoliberal. Pero por sí sola ni esta región, ni otras pueden vencer al imperialismo y al sistema capitalista, sin la interacción prolongada de los diversos pueblos y regiones del mundo, con una acrecentada visión internacionalista.

 

La clase trabajadora y el conjunto de las clases y sectores populares (el pueblo) que ha mejorado merced a los gobiernos del Frente Amplio, también ha avanzado en el desarrollo de su conciencia, lo que le ha permitido sepultar las aspiraciones reaccionarias en estas elecciones. No obstante, el avance de su conciencia política se ve limitado, pues sufre un huracán devastador de influencia cultural destructora de valores clasistas, por la vía de los medios masivos, las iglesias, algunas organizaciones no gubernamentales, las teorías pos-modernas, etc. -fenómeno similar al de nuestros vecinos- mientras que paralelamente, la acción política clasista de las organizaciones políticas y sociales populares ha perdido vigor. Ni los tradicionales “partidos de la clase” tienen escuelas de formación de cuadros, o sea, de individuos solventes teóricamente y capaces de influir donde actúan.

 

El relativo avance de la conciencia popular se constata, por ejemplo, en el hecho que es en los departamentos del norte –los más pobres del país- donde más ha crecido el Frente Amplio. O que en todos los barrios de Montevideo –excepto la zona residencial de Carrasco- ha vencido el F. A. y en particular la 609 de Mujica, convertida en la mejor expresión de cierto nivel primario de conciencia de clase.

 

La actual victoria del F. A. –con un candidato presidencial corrido al social-liberalismo, a la cooperación con Estados Unidos, a expresar posiciones del Opus Dei- empuja a muchos blancos y principalmente colorados a cuestionar la ya anticuada concepción del Dr. Sanguinetti de “las familias ideológicas”, base de los acuerdos entre los partidos tradicionales. Anticuada, en tanto parte del F.A. ha dejado de ser el enemigo que se guía por la lucha de clases o que denuncia al sistema capitalista. De allí que, en la medida que sus gobiernos se han limitado a reformas al sistema de dominación sin cuestionarlo, muchos batllistas y wilsonistas no encuentran diferencias sustanciales con la praxis de José Batlle y Ordóñez o de Wilson Ferreira. Y en todo caso, para el balotaje es más prometedor apostar a ganador que a seguro perdedor. Por eso la crisis, sobre todo del Partido Colorado, cuya razón de ser se pierde en el cajón de los recuerdos.

 

Pero esa elevación de la conciencia popular todavía no llega a la capacidad de distinguir con nitidez entre el crecimiento económico con las pautas del sistema capitalista, principalmente merced a las inversiones extranjeras (papeleras, sojeras, mineras, etc.) o el desarrollo puesto al servicio de la nación y del pueblo, que supone la transformación radical de las estructuras. Es decir, la revolución agraria contra la gran propiedad terrateniente (en parte en manos de las trasnacionales), el avance productivo y social integral basado en el conocimiento, la ciencia y la tecnología y el fortalecimiento de la integración nuestro-americana. Esa elevación de conciencia no distingue con nitidez entre reformas que no cuestionan los fundamentos del sistema y transformaciones que modifican la propiedad y la gestión de los medios de producción y de cambio, eliminando o reduciendo los privilegios del gran capital financiero y trasnacional. Y no distingue con nitidez entre una democracia liberal - acotada por el tutelaje de las Fuerzas Armadas y la actitud del Poder Judicial en manos de jueces nacidos y apuntalados por la dictadura- de una democracia participativa, como ha intentado tímidamente la ley de descentralización, cuya aplicación dista mucho de la presencia activa popular.

 

Mientras tanto, en el F. A. conviven los partidarios del crecimiento económico con los partidarios del desarrollo en clave anti-imperialista, los reformistas del sistema y los socialistas que enfrentan al capitalismo, los liberales y demócratas burgueses y los que pretenden modificar el contenido de clase de la democracia y del Estado.

 

II

 

¿Qué futuro avizoramos? Somos optimistas a mediano y a largo plazo, pero no a corto plazo, como los que fundamentan con que se cuenta con una bancada parlamentaria más de “izquierda”. Es cierto que hubo magra votación de los sectores más tibiamente reformistas del F.A. Y que ha surgido la 711 de Sendic como expresión nueva de un conglomerado poco definido. Y que ha surgido la Casa Grande, promotora de Constanza Moreira, una fuerza prometedora. Y que los socialistas “ortodoxos” o no reformistas han impuesto sus diputados en Montevideo. No obstante, no nos ilusionamos con que los que han propuesto a la presidencia al Dr. Vázquez después de sus sucesivos renunciamientos a la “biblia” del programa, se atrevan a enfrentarse al Dr. Vázquez fortalecido. Esperamos sí, en cambio, que el “giro a la izquierda” patrocinado por las fuerzas que apuntalan a la Senadora Moreira se haga presente para que la Casa Grande simplemente no haya oficiado de rastrillo de izquierda de Vázquez y sea consecuente con su trayectoria, como el ala “ortodoxa” del Partido Socialista.

 

Se verá muy pronto el comportamiento colectivo e individual de todos, no bien el Dr. Vázquez continúe con la política económica permisiva hacia los capitales trasnacionales o,- peor- que robustezca lazos militares con Estados Unidos, o que busque el ingreso pleno de Uruguay a la Alianza del Pacífico como desea el Cr Astori. Entonces se verá quiénes desde el Parlamento distinguen la esencial unidad para la liberación de la unidad al servicio de contemplar al bloque de poder dominante. Quienes se atreven a defender principios por encima de llamados a la disciplina, haciendo objeción de conciencia, valedera cuando se trata de defender principios, como ha hecho Guillermo Chifflet (ex diputado socialista al renunciar a su banca) y objetable cuando contraviene posiciones previas al ejercicio del gobierno adoptadas por la fuerza política, como ha hecho el Dr. Vázquez vetando la ley de salud sexual y reproductiva.

 

De manera que, si desde noviembre hay crisis de la derecha, palpable en el Partido Colorado, desde marzo se vislumbra una crisis de definición para la izquierda antiimperialista y anticapitalista. Y de ella se saldrá –como en toda crisis- ubicándose unos sumisamente en las filas oficialistas y otros levantando teorías y prácticas que reconstruyan a la izquierda, capacitándola para enfrentar al sistema, como sucede en otras partes del mundo.

 

Reiteramos lo ya escrito: el 26 de octubre: el primer muro de contención contra la avalancha reaccionaria ha sido exitoso. El segundo muro será reconstruir a la izquierda clasista y antiimperialista, y redoblar la movilización popular, para impedir que la tendencia pragmática y transigente con el gran capital trasnacional triunfe. Si así obra la izquierda uruguaya no estará aislada y cuenta con compañías de peso. Tarso Genro –destacado dirigente del Partido de los Trabajadores de Brasil- ha expuesto que la unidad de la izquierda no es solo contra la victoria de la derecha, sino también “de la derecha que integra la base parlamentaria de su propio gobierno” . Y propone un frente de izquierda integrado por personalidades de varios partidos, sectores partidarios, académicos, líderes de la sociedad civil y de los movimientos sociales e intelectuales, para lanzar en 2018 “un candidato vinculado con esos compromisos”. También los movimientos sociales brasileños se plantean la movilización para obligar al gobierno a avanzar hacia la izquierda. La tendencia al reagrupamiento de la izquierda –que solo es tal si es anticapitalista- se observa en Chile a través del “Frente Amplio-Asamblea Constituyente”. O en España, o en Grecia, o en Francia.

 

Uruguay parece seguir en el estribo de Brasil, un caballo de marcha insegura. Sepamos que nos salvaremos junto a la tropa nuestro-americana o perderemos todos. Los conservadores defensores del capitalismo, muy especialmente, los imperialistas norteamericanos, cada día dan mayores muestras de impaciencia y de temor contra la persistencia de un progresismo que pueda dar el salto de calidad para transformarse en revolucionario, ampliando el área del “socialismo del siglo XXI”.

 

 
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